El G4 representa un gran peligro de cara a las elecciones regionales y municipales del 21N
Alexis “Songo” Trillo
No es temerario pensar que el grupo radical encabezado por Leopoldo López, Julio Borges, Ramos Allup, Juan Guaidó y los 40 ladrones que han solicitados bloqueos, sanciones criminales, despojos de los activos de CITGO y Monómeros, de las reservas en oro depositadas en bancos del Reino Unido y los miles de millones de dólares en bancos del mundo que han sido tomados de forma arbitraria cuando el gobierno venezolano ha intentado realizar transacciones para efectos de adquirir alimentos, medicinas o garantizar los tratamientos necesarios para trasplantes de órganos a niños con algún tipo de patología.
Siendo cada vez más evidentes las acciones criminales y genocidas, personificadas en el secuestro del diplomático Alex Saab, comisionado responsable ante el gobierno bolivariano de gestionar y adquirir los rubros necesarios para hacer frente a la crisis inducida.
Son estos mismos radicales quienes atacaron el sistema eléctrico nacional, que el pasado 14 de agosto del 2018 cometieron magnicidio en grado de frustración contra el Presidente de la República, el alto mando militar venezolano, el cuerpo diplomático acreditado en el país, el tren ministerial y el pueblo civil presente, hecho registrado en la avenida Bolívar de la ciudad capital durante la alocución del presidente en pleno acto conmemorativo del 81° Aniversario de la GNB, mediante el pilotaje de drones cargados de explosivos C4; todos fueron capturados, convictos y confesos ante los organismos de contrainteligencia del país.
Es evidente la vinculación de actores de extrema derecha, puesta de manifiesto y confirmada en las declaraciones del diputado Juan Requesens relatando los detalles del traslado de los grupos criminales, preparados y adiestrados en el manejo de los drones con la anuencia y financiamiento del gobierno colombiano, complot instrumentado y ordenado por el prófugo de la justicia Julio Borges desde el país antes mencionado.
Son los mismos que firmaron contrato para la incursión militar armada de carácter mercenario denominada Operación Gedeón, con la empresa privada SILVERCORP, agencia norteamericana guerrerista, con fines terroristas, bajo el auspicio de Mike Pompeo y refrendada con puño y letra del títere imperial Juan Guaidó y su pandilla lastrada de hechos corrupción clasificables como actos de traición a la patria y entrega del erario público, para matar y sembrar el caos en la patria de Simón Bolívar.
Por diferencias en la valoración y repartición del botín, se creó un subgrupo de diputados separados de la pandilla, que se autodenominó La Rebelión de las Regiones, acatando uno de los mil y tantos llamados al diálogo del presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro, este proceso de diálogo fue calificado por la Pandilla de Guaidó como: La Mesita Colaboracionista de Alacranes; mediante este diálogo se acordó la creación de un nuevo CNE, incluyendo dentro de su seno de cinco rectores principales, dos connotados representantes de la oposición venezolana, algo jamás pensado por la izquierda en la IV República; cabe destacar que, entre otros aspectos, se acordó la libertad de más de 100 políticos presos por acciones reñidas con la ley.
Producto de este diálogo se acuerda llamar a una megaelección «regional y municipal» con sus cuerpos legislativos para el 21N, ampliando todas las garantías existentes; esta oposición «ahora democrática» forman una coalición llamada Alianza Democrática, postulando a sus candidatos en los 23 estados del país. En el sector oficialista, el PSUV mediante consulta de sus bases seleccionó a sus abanderados, en combinación con el Gran Polo Patriótico (GPP).
Hasta aquí aparentemente todo va bien, según el título y la narrativa de los hechos pareciera una secuencia lineal, coherente y ajustada a la realidad pero, de forma por demás sorpresiva, el G4 acepta participar postulando candidatos separados con el único fin de dividir aún más a las oposiciones y crear el caos en su seno, evidenciándose la intervención recurrente en las regiones donde la Alianza Democrática postulo a sus «caballos»: Luis Martínez en Aragua, Javier Bertucci en Carabobo, Henry Falcón en Lara, Leydi Gómez en Táchira, etc.
Mostrándose cada vez más las costuras de su perversa intencionalidad asimilando plenamente la receta gringa, a través del G4, nos obliga a profundizar en los posibles escenarios derivados de sus pretensiones, permitiendo este análisis visualizar una serie de elementos conclusivos donde el propósito es único e insoslayable: sabotear las elecciones del venidero 21N, en razón de la poca posibilidad de victoria de los candidatos de su coalición opositora.
Mediante presión, chantaje y plata obligarían los integrantes del G4 a la renuncia masiva de candidatos en pleno evento eleccionario, como lo hicieron el 20 de mayo del 2018 con Henry Falcón, exigiendo Bertucci que se sumara al plan.
Sin tener la lámpara de Aladino, ni estar afirmándolo, es fácil pensar que dirán «no hay garantías» y jugaran adelantado cantando » fraude» y en ese momento entraría a jugar la UE.
¡¡¡PATRIOTAS PREPARAOS!!!
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