Por espacio de tres años el Delta se dio un lujo, contar con una ministra.
No de cualquier ministerio, ejerció en el más grande en cuanto a masa laboral del país.
Con virtudes y defectos, como toda persona, ascendió desde una recóndita comunidad campesina en los confines de la patria, cuyo nombre honra a la flor de agua o clavel, siendo su hermana menor, clavellina.
Llegó luego de un largo recorrido, con seis décadas sobre sus hombros, cuando muchas y muchos piensan en el retiro, en representación del género femenino.
“Yela” se abrió paso, abonando en positivo a la tan anhelada equidad de roles que apunta a igualar el número de cargos y responsabilidades de alto nivel, entre el hombre y la mujer.
Ese lujo, convertido en privilegio, se instituyó de hecho y derecho, traduciéndose en bendiciones para su tierra.
Recién instalada en el piso 18 del edificio sede, hizo una visita oficial a Tucupita, manifestando en los espacios de la biblioteca pública Andrés Eloy Blanco, “si en Venezuela hay 30.000 escuelas, como no voy a arreglar las 200 que existen en Delta”. Con solo echar un vistazo, consta que lo intentó.
Otorgamiento de cientos de cargos, inauguración de numerosos CEBIT, refacción de decenas de escuelas, dotación de miles de mesas sillas, entrega de una cantidad considerable de Tablet Canaima, reinauguración del IPASME, equipamiento de cocinas, son parte de las muestras palpables de promesas cumplidas.
Incidió, además, en su lar natal, en la reafirmación del principio básico de la democracia, en la reconfiguración de la dialéctica del poder, en la tesis y antítesis que conduce a la síntesis. Su presencia en uno de los vértices superiores del entramado público, impulsó la restitución de una corriente al interior del PSUV, con lo cual, promovió la estabilidad necesaria, conformada siempre por dos opuestos que, a través de su antagonismo, mantienen a flote la nave partidista.
Lo mismo ocurre desde que el mundo es mundo, así pasa y acontece en la oposición, con la existencia de una blanda y otra dura, por el carril contrario al bloque que gobierna. Alternándose internamente primero, después a lo externo mediante el sufragio universal, dan sentido a los sistemas de dirección de aquello que definimos como comarca o nación.
Orgullosos de su desempeño y empeño, por más que algunos esgriman razones, justificadas o no, para cuestionarlo, en lo que nos toca como gentilicio expresamos: “fue bonito mientras duró”.
Esta historia continuará…
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