Arcadio Brito será recordado como un extraordinario jefe de Relaciones Publicas.
Sus dotes naturales como comunicador y las distintas facetas que abordó: política, deportiva y gremial, entre otras, lo hicieron un verdadero influencer de la vida pública deltana cuando no se conocía el término.
Residiendo en Margarita –tierra de sus ancestros- los últimos años, legó sus proverbiales dotes de gestor social, de animador nato de cualquier conversación, de hombre de mundo y promotor de buenas y gratas reuniones, de puente entre las instituciones y la gente, a sus hijos, hoy en día casi tan populares como lo fueran Brito y su bigote.
El Delta lo echó en falta desde que se fuera y seguro que a él le ocurrió lo mismo, estaba demasiado tejido y entreverado con esta tierra.
Con Arcadio padre se va una época de chanza, jolgorio, buen ambiente, diversión y bohemia que no volverá. Una Venezuela que conocimos y que lo tuvo entre sus baluartes, cuando éramos felices…