Hasta preso fue por defender su gestión y nunca se arrepintió, para él y su equipo de Prensa municipal, la alcaldesa de Tucupita era el timonel que había que cuidar, garantizando su llegada victoriosa a la meta.
Esa lealtad innegociable, fue trasmitida a sus más cercanos de la oficina, constituyéndose en una brigada todoterreno que se partía el espinazo por la profesora.
Para ellos no hubo hora ni fecha en el calendario, en que no acudieran a brindar apoyo institucional, con Josafat a la cabeza.
Cuando le tocó ceder el testigo a Rebeca, casi nada cambió, la reina de belleza de la alcaldía reconoció su jerarquía y lo convirtió en fuente de consulta permanente.
La infausta tarde de este sábado 10, padeció un infarto fulminante que logró quebrar su resistencia. Ya no habrá batallas que librar ni pulsos que entablar a la otra ala del gobierno, tan solo paz y silencio.
A esa meta le cayó una pata, de esas que nunca se vuelven a poner.
Gloria y dicha eternas Josafat.