España no fue a la península ibérica ni al CNE

¿Para dónde irá? Es la pregunta a la cual cabe responder: a su casa en Tucupita, paraíso terrenal que descubrió en el meridiano de la vida, su indiscutible lugar en el mundo, su nuevo hogar.

¿Cuándo vendrá? Siempre que pueda, en función de su apego al estado y de la necesidad recurrente de conquistar la voluntad del electorado deltano, que la maquinaria chavista le ha confiscado en los últimos procesos.

¿A qué vendrá? Como animal político que es, gran estratega que siempre ha sido y figura dentro de la oposición, con vínculos con casi todas las franjas partidistas y a todo nivel, es imperativo elucubrar a favor de su participación en la contienda electoral que se avecina.

España será nuevamente –hace mucho que lo es-, un notable articulador y un importante vaso comunicante con el grueso sector de la oposición, que maneja los hilos del poder desde la Gran Caracas.

También será, y es razonable que lo sea, uno de los que correrá en el clásico desde la partida y uno de los que llegará al final.

¿En qué posición? ¿A la cabeza del lote puntero? A finales de agosto se sabrá.

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