El “Pájaro azul” ancló su alma a tierra firme, dejó de vagar desconsolado.
El pasado martes, en una sencilla ceremonia familiar fueron sepultados sus restos en el cementerio nuevo de Tucupita.
El servicio de Antropología Forense del CICPC, reconoció formalmente la pertenencia de la osamenta hallada por trabajadores petroleros, a orillas de un pantano en el campo ubicado detrás de los servicios municipales en la carretera larga hacia Guasina, a quien respondía al nombre de Víctor Carvajal.
Ayudó en la identificación, la ausencia de la prótesis dentaria o plancha en las encías anteriores, pieza que utilizaba en forma permanente el hombre de unos 60 años.
Con una fuerte contusión en el cráneo y dos pequeños agujeros a la altura del pecho en la raída franela que portaba el día de su desaparición, se supone que opuso resistencia al robo del vehículo, siendo ultimado. El Chevrolet Spark blanco en que hacía de taxista, jamás se encontró.
La zona de liberación del cuerpo fue la misma utilizada por los antisociales para abandonar el Chevrolet Spark gris de otra víctima celebre, la conocida Dra. Elina Cotúa, cuya muerte permanece impune.
Sus consanguíneos cerraron la mitad del ciclo, al poder dar cristiana sepultura a los restos de Carvajal, la otra mitad permanece abierta, puede que nunca se sepa quien lo mató.
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