«Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras por Mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”. (Mateo 19:29)
Por Cristian Medina
Vídeo colaboración de Lizanny Reinosa y Olber Moraleda
No cabía tanta alegría en él. Se vio chiquito ante Él, pues, todos lo somos ante el Señor. Su voz se quebrantó en medio de su agradecimiento. Al frente, estaba su familia, esa que siempre estuvo para él.
Allí, pudo decir una vez más, ¡sí!, pero no un sí cualquiera como esos que decimos para salir de equis compromiso, era “EL SÍ” con letras mayúsculas. La decisión más importante de su vida. Allí se entregó al más grande de todos, Dios, nuestro Padre del cielo.
Cuantas veces se les ha criticado por tal vocación, pero no son capaces y ni se imaginan los sacrificios por el que se pasa para llegar a ser sacerdote del Dios Altísimo. Desde renunciar a tu propia familia y hogar para cargar con su cruz y seguirle.
Fray Javier Calderón fue escogido de entre los hombres para pastorear el rebaño de Dios, una tarea nada sencilla, pero estamos seguro que lo hará bien siempre que vaya de la mano de Jesús Buen Pastor.
El sábado 15 de abril será una fecha que no olvidará jamás. Fue ordenado sacerdote en compañía de la gente que más lo quiere. El domingo 16 ofició su primera misa. Roguemos a Dios sean miles y que sea ejemplo para muchos jóvenes que pudieran tener esa inquietud vocacional.
Ese sábado, en una ceremonia muy especial, no pudo contener las lágrimas, no era para menos. Agradeció a todos. Pero, sobre todo, se sintió libre, feliz, lleno de gozo, pleno, y querido.
Dios bendiga tu vida, fray Javier.
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