Elí Galindo, tres décadas después

Rafael Rattia

 Lo recuerdo tan nítido, tan bien que parece que fue ayer. El poeta Elí Galindo, junto al joven narrador barquisimetano Juan Carlos Méndez Guedez y éste humilde lector nos encontramos en la Biblioteca Pública “Andrés Eloy Blanco” del Delta del Orinoco, para deliberar sobre un concurso literario, mención narrativa, auspiciado por el desaparecido Ateneo Internacional de Frontera “Casa de las Aguas”.

Es la única vez que lo he visto en mi vida y su imagen quedó indeleblemente grabada en mi memoria como la imagen de una mítica leyenda literaria. Hoy me detengo en un libro que llegó a mis manos no sé de qué manera ni cómo, pero un día apareció en mi biblioteca haciendo honor a su extraño título: LOS VIAJES DEL BARCO FANTASMA (Poemas). Premio Universidad Central de Venezuela, 1973. Colección Letras de Venezuela. Dirección de Cultura. UCV. Caracas-Venezuela.1974. 89 p.

El libro del poeta Galindo se inicia con una espléndida cita del gran poeta persa Omar Khayyam, el autor de los célebres Rubayyat. Veamos el paratexto con que se inicia este libro:

“Más allá de la Tierra, más allá del

Infierno, me esforzaba por ver

El Cielo y el Infierno. Una voz

Me ha dicho: “El Cielo y el Infierno

Están en ti.”

De esta reflexión poética proveniente del milenarismo persa debe venir el famoso aforismo de Albert Camus: “Ici le ciel, Ici l’enfer”. Ahora bien, ¿por qué el escritor inicia su magna aventura literaria con una cita de Kayyam? No debe olvidar el lector que cuando este libro gana el primer premio de poesía UCV-1973, recién estaba finalizando la revuelta estudiantil universitaria que la historiografía venezolana conoce con el nombre de “Renovación Universitaria”. El contexto socio-histórico que rodea el nacimiento de este libro está impregnado de herejía artística, heterodoxia estética, blasfemia lírica, contestación literaria. No hay que olvidar que la vanguardia intelectual venezolana, a principios de los años 70 estuvo umbilicalmente vinculada al quehacer académico ucevista.

En LOS VIAJES DEL BARCO FANTASMA se santifica el malditismo poético de Charles Baudelaire y se erige un casi culto idolátrico a la cosmovisión del autor de “Les fleurs du mal”. Esta etapa de creación verbal que signó la poesía de Elí Galindo, aunque no pareciera tan obvio, acaso estuvo asociada a cierta irreverencia bohemia, a cierto tremendismo literario que también involucraba a poetas como Ángel Eduardo Acevedo, Caupolican Ovalles. Hubo una época en que el culto desmedido por el ajenjo nativo emparentó nuestra estirpe poética con los desvaríos y alucinaciones surrealistas de cierta poesía francesa decimonónica. En el poema titulado “San Baudelaire” el escritor dice:

(…) Dejo vagar mis rasgos sobre las yerbas cortas

un perro negro lame mis cabellos

me acerco a los ríos

donde los peces sacan las bocas del agua

y beben de la luna”. (p.11)

La escritura de este poeta está muy bien sustentada en los más sutiles recursos de retórica dialéctica. Por ejemplo, nótese cuando el poeta alude a los peces que beben de la luna, acaso existe una mejor forma de establecer una relación íntima entre abyección y sacralidad. La dialógica, mejor que la dialéctica, de lo alto y lo bajo; lo abisal y lo celeste logran confluir en una unidad reconciliada otorgándole un estatuto literario a entidades cosmológicas aparentemente contrapuestas. El poeta invoca el manto protector del autor de “El heautontimoroumenos” y dice, refiriéndose al inmortal autor de “hipócrita lector, -mi prójimo- mi hermano”:

“Y me veo cruzar las colinas

en su compañía

los dos cubiertos por capas negras

él hablando del infierno

y yo silencioso

tropezando con las rocas.”(p.12)

El poema, inigualablemente escrito, titulado “Inscripción en las puertas del infierno” generosamente dedicado al también baudelaireano Caupolican Ovalles es un sentido homenaje al gran Dante Allighieri. Este poema es una hermosísima síntesis de precioso clasicismo estilístico, pues en él todo está ambientado en un tiempo a la vez histórico e intemporal. Seres errantes pueblan este poema; atmósferas brumosas y llameantes como extraídas de una pintura renacentista, imágenes de fortísimas resonancias psíquicas que estremecen la sensibilidad del lector mueven los cimientos y las certidumbres de nuestra cultura. Sólo una maestría en el manejo del enunciado perlocucionario es capaz de decir una idea únicamente con imágenes así:

“Sólo el barco de fantasmas

hace sus viajes

sobre la piel negra de un río

que bordea las murallas de la ciudad”(p.19)

Las profusas alusiones a imágenes antiguas, la prudente elaboración de hipérboles fantásticas le otorgan a este libro una condición infrecuente en el ámbito de la poesía venezolana del siglo XX.

Este libro es lo más parecido a una conversación con los muertos; en él siglos de cultura occidental revive en nuestra memoria, vuelve a cobrar vida y hácese patente de nuevo noticia reciente que informa y enriquece nuestro patrimonio artístico y humanístico. Mitos imborrables de la cultura griega le sirven de pre-texto al poeta para recrear con asombrosa originalidad formal y vigoroso estilo estructuras poéticas capaces de soportar el inclemente paso de los años sin que pierdan su frescura y lozanía sintáctico-significativa.

La poesía de Elí Galindo recogida en “LOS VIAJES DEL BARCO FANTASMA” es una poesía profundamente visionaria, pues se adelanta a su tiempo volviendo su mirada renovadora sobre los orígenes de la antigüedad greco-latina dibujando al lector ciudades desaparecidas, mares inexistentes, atmósferas sobrecogedoras, astros disueltos en los recuerdos de la indómita memoria.

Los fantasmas de Elí Galindo se me antojan tenuemente familiarizados con las obsesiones poéticas de Francisco Pérez Perdomo. Lo que dice Rafael Arráiz Luca de éste último bien puede servir para retratar de cuerpo entero la poética de Galindo: “No cabe la menor duda, su poesía es, como pocas entre nosotros, expresión de la batalla del autor con sus demonios interiores, expresión de la voz más profunda, la que surge de las penumbras de la psique, para dar testimonio de los laberintos oscuros de la experiencia humana.”(1)

(1) Arráiz Lucca, Rafael. El coro de las voces solitarias. Una historia de la poesía venezolana. Editorial Sentido, Caracas, Venezuela, 2002. p. 221.

Breve Noticia sobre el Autor:

Elí Galindo nació en San Sebastián de Los Reyes, Estado Aragua, en 1947. Es poeta. Lic. en Letras (UCV).

OBRA POÉTICA: Las estrellas fugaces me ponen ebrio (1971) Los viajes del barco fantasma (1974) El ruido de las esferas (1986).

OBRA COMPILATORIA: Nuevos narradores de Venezuela (1985, co-aut.) Jóvenes ensayistas (1988, 2 v.,co-autor).

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