
Una de las estirpes políticas con mayor presencia y preeminencia en el Delta se juega su última carta
Fuera del juego Pedro y el “Chingo”, queda una apuesta por realizar.
La persona que encaja en la categoría de líder o lideresa, como se la concibe en forma tradicional -figura con arraigo y seguidores a lo largo del tiempo-, optó por impulsar su apellido.
Apegada al concepto de clan, en el cual prevalecen los lazos de sangre, se decantó por su hijo.
No se trata de una fórmula improvisada, hace cuatro años que lo lleva de la mano, como cuando fue niño, por los laberintos de la política.

Sin poder renunciar a su posición nacional, como apóstol del partido de gobierno, trabaja desde esa esfera para propulsar a su primogénito.
Él, gustoso, se deja llevar, a sabiendas que, al igual que su mamá, si se sabe manejar pueden agotársele siete vidas y todavía quedarle tareas por realizar en el ámbito público.
Yelitza puso los dados a rodar, va contra la casa que, en Tucupita está representada por otra casta, los Hernández. Dos blasones, dos heráldicas, dos escudos, en choque frontal de trenes por la rectoría del Ejecutivo.
Dato curioso para finalizar, en medio de todo está un familiar de ambas, quien se inclinó por su primo. Aunque eso no diga nada, ¿o sí?
