Al mamotreto de la plaza Bolívar de Tucupita, le están aplicando cuenta regresiva.
Las autoridades estadales y municipales han dicho que es inminente su caída.
Sin mayor utilidad que la de atravesarse en el medio, pasará a la historia como un invento desangelado.
Quizá en otro lugar, a orillas del Manamo, pudo representar una obra digna de sostenerse, más nunca en su actual ubicación, como mirador que no mira a ningún lado.
Con un costo de construcción suntuoso y desorbitado, fue levantado sin haber a nadie consultado, ni siquiera al pueblo, principal interesado.
El día que desaparezca nadie lo extrañará, por mas que digan que es patrimonio público o por el mero hecho de que alguien o algunos, quisieron perpetuarse en la memoria y decir que hicieron algo.
Testimonio de arrogancia y prepotencia, no tiene entre sus proyectistas y ejecutores, quien lo defienda, ni tendrá quien llore una lagrima, una vez que se haya esfumado.
Un triste ejemplo de las mil maneras de dilapidar el dinero, que tanta falta hace a los más necesitados.