El libro “Simplicio Hernández, un médico, un pueblo”, es ya testimonio de eternidad

Un pequeño salón de la clínica Cemetca, lleno hasta la más ínfima partícula de Simplicio, alojó este martes 9 de octubre a las 6 pm, el bautizo de su libro biográfico.

Más de 100 personas dentro y fuera del recinto, de una forma u otra cercanas al excelso galeno, participaron en un significativo acto con mucho de emotiva y grata memoria.

Familiares y allegados, autoridades judiciales, figuras políticas, jefes militares, representantes de la Iglesia, directores del Ejecutivo, médicos y personal de la clínica, entre otros, acudieron a una cita insoslayable.

Quienes lo conocieron y pudieron estar lo hicieron, “Picho” lo merecía. Si no hubiera pandemia habría sido una actividad de masas, pero las circunstancias lo impidieron.

En cadena de radio, televisión, medios digitales y redes sociales, fue sellado públicamente el nacimiento de la obra a poco más de un año de su desaparición física.

Vía video conferencia participaron el reconocido periodista Apolinar Martínez, el empresario Edmundo Kabchi, y su hijo el Contralmirante José Rafael Hernández Abchi, aportando elocuentes pinceladas sobre el póstumo homenajeado.

Confeccionado por Apolinar Martínez, otro deltano de excepción, se compone de una hermosa tapa, hojas laminadas, bonitas ilustraciones, y un moderno y elegante diseño gráfico. Correspondió a la gobernadora Lizeta Hernández, auspiciante de la magnifica edición, elaborar el prologo, el cual indicó haber terminado en un tirón, «en un minuto lo escribí… Con cada paso que damos él nos recuerda que el respeto y la solidaridad son el modo de marchar en paz y serenidad por la vida. Estas son las cualidades de un hombre con las manos llenas de sentimiento. Simplemente «Picho»…». Cabe destacar que hubo varias y expresivas colaboraciones que podrán verse en el Facebook Picho Hernández.

Será distribuido en los centros educativos y bibliotecas públicas; como manifestó Edmundo Kabchi, publicar en los tiempos que corren es tarea de titanes.

El evento duró hora y media, y pareció haber terminado en minutos; fue rápido y ligero como el buen humor del “médico deltano de los pobres” -emulando el grado de distinción del beato José Gregorio Hernández-, al que poco se le vio disgustarse. Hizo referencia el monseñor Ernesto Romero en su homilía previa a la bendición del libro, a que ese grado no es patrimonio exclusivo de nadie, sino de aquel que se entrega al servicio de los necesitados como ocurrió con el nacido en Puerto Cabello, que amó más que nadie al Delta.

Simplicio le “exigió” a Lizetica antes de asumir la gobernación que saliera por la puerta que entró, no por la de atrás; él, como dijera José Rafael, habló con el ejemplo, se fue por la puerta grande y por ella entro al reino de los cielos y al de la eternidad.

 

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