Esperando su turno al bate, a metros del home, el profesor Juan José Jaramillo, espera pacientemente que se despeje la niebla de la mezquindad.
Al autor más prolífico en tierras deltanas, escribiendo única y exclusivamente sobre su patria chica, con una velocidad inusual de un libro cada año, le niegan un derecho adquirido desde que Tucupita quedara sin cronista y él comenzara a publicar aceleradamente.
Una sola razón pretende justificar tal desafuero, como se le considera opositor y hay quienes piensan que los únicos en querer la nación son los partidarios del gobierno, le hurtan lo que es de suyo hace mucho, sin rival ni contendor a millas de distancia, que haga sombra a su merecimiento.
Inaugurando sus 80 años –quien sabe si en función de los avances de la ciencia, los primeros- , próximo a publicar dos nuevos textos fundamentales de nuestra historia, en un lugar en el que pocos escriben y casi nadie publica, le picarán la torta en el Colegio de Profesores, deseándole los parabienes que a pluma y pulmón se ganó, y expresando las honras que obtuvo por su labor educativa docente.
Con apariencia de 60, no tiene prisa en el cajón de bateo, sabe que su turno llegará y entonces, sin necesidad de hacer swing, la fanaticada lo aplaudirá a rabiar, manifestando con vítores y palmadas, el reconocimiento que la obtusa ideología, procura arrebatarle hace tiempo.
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