El “chino” Orlando Moreno recorrió 1.710 km para encontrar el amor.
Uno de los duros para casarse en Tucupita, estado Delta Amacuro, cedió al embrujo de una atractiva mestiza, mezcla de madre canadiense y padre puertorriqueño. Quería una latina y lo consiguió.
Tras 10 meses de amores quiso que la ceremonia se pareciera a una boda a orillas del caño Manamo y escogió una playa denominada Clearwater, en la bahía de Tampa, Florida.
Repuesto, saludable, henchido, colorado de cariño y pasión, tendrá que darle las gracias al resorte que lo lanzó tan lejos, en las filas de la diáspora norteña, colocándolo cual flecha de cupido, en pleno centro de la diana de la otra mitad de su corazón.
A ese buen muchacho, deltano de pura cepa y pana de los panas, ahora con apariencia de galán de telenovela y actorazo de cine, le deseamos larga, longa, prolongada y extensa felicidad.
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