Opinión de Wilfredo Rodríguez y Elías Marcano
Sic.
Nadie se imaginó que la llegada a Venezuela de la revolución socialista pregonada por el hoy difunto Hugo Chávez, traería consigo un mar de males que llenaría de destrozo hasta lo más sagrado del ser humano, » la inocencia de los niños «.
El proyecto fue y sigue siendo implacable para matar la alegría de los que serían y son el futuro de Venezuela, las pisadas diabólicas del caballo rojo que cabalga por cada rincón del país, dejando huellas de destrucción inolvidables e imborrables. Mató cada sitio de recreación, esparcimiento y de alegría de los más pequeños de nuestras casas. En Tucupita, el emblemático parque recreacional infantil ubicado al lado de la antigua guarapera, en la calle Manamo, no se salvó del salvajismo destructor de este sistema inmundo.
Alexis González cortó el frondoso árbol de Apamate que brindaba toda su sombra a los visitantes quienes acudían al lugar a distraerse: leer, conversar, pensar, cantar cumpleaños, ver divertirse a sus hijos entre los columpios, ruedas giratorias, toboganes, sube y baja, escaleras entre otros. La tala de ese árbol tan importante en el sitio, alejó a todos, ya no había sombra, no estaba el guardián natural, el viejo vigilante que regalaba su protección, aire puro y verdor.
Al matar el árbol mataron también al parque recreacional infantil, hoy abandonado, nadie va, el deterioro, olvido y la tristeza son su compañía. Da dolor. Mis hermanos, amigos es necesario recapacitar y poner los pies sobre la tierra, VENEZUELA todavía está a tiempo de salvarla de las garras del llamado socialismo que está devorando al país. Basta, basta, basta unamos nuestras fuerzas, voluntades, almas y espíritu para salir del tirano.
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