¿Cuál sujeto de la emancipación?, por Rafael Rattia

Hace casi cuatro décadas, cuando ingresé a estudiar la carrera de licenciatura en Historia en la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de los Andes (en Mérida-Venezuela) las corrientes teórico-filosóficas dominantes que regían la estructura curricular y los pensum de estudios humanísticos en la Ulandina casa de estudios superiores estaba mayormente influenciada por las concepciones teóricas-metodológicas del marxismo, seguido de cerca de otras concepciones científico-filosóficas que aún gozaban de más o menos cierto prestigio académico y universitario en universidades del campo anglosajón.

Fue en aquel contexto histórico cultural que en alemán se conoce con el nombre de Kulturkreis que me inicié en la formación de un espíritu académico universitario bajo los fuertes influjos de la teoría marxista. No era para menos; a la ULA llegaban mensual, trimestral, semestral y anualmente, decenas de publicaciones bibliohemerográficas de carácter periódicas provenientes de prestigiosas universidades europeas, canadienses, norteamericanas y también latinoamericanas. Por aquella época de fervor revolucionario el abc de la cartilla de la izquierda filomarxista  mayoritariamente socialista y comunista proclamaba mecánicamente, cual lorito de Lenín, que el destacamento político, y eventualmente militar, de la inevitable y necesaria revolución social en Venezuela, así como en el resto del continente hispanoamericano, debía inexorablemente estar conformado por el proletariado fabril y urbano en estrecha alianza con los vastos sectores campesinos (trabajadores manuales del campo) complementado con el necesario apoyo político de cierta clase media profesional e intelectualizada en la cual obviamente se encontraba esa figura social conocida con el genérico nombre de movimiento estudiantil. Luego, entonces, el catecismo revolucionario de la izquierda latinoamericana sostenía a pie juntillas que la vanguardia de la transformación social y política (económica) la conformaría la clase obrera integrada por los trabajadores manuales e intelectuales del campo y la ciudad. Naturalmente, los partidos y organizaciones políticas de la izquierda latinoamericana, especialmente, los partidos comunistas que orbitaban como satélites ideológicos del social imperialismo chino-soviético no daban tregua en su insistencia ortodoxa de que el futuro luminoso que supuestamente aguardaba a la sufriente humanidad que no cejaba en su lucha por su emancipación del yugo explotador y alienante dependía de lo que haría el proletariado internacional.

Las hordas intelectuales  del evangelio marxista insistían en subrayar la tontera de consigna utópica decimonónica sintetizada en la pendeja frase de “proletarios de todos los países uníos” y el no menos bobalicón llamado de los marxistas ortodoxos que flameaban la frase huera inscrita en los estandartes de la Asociación Internacional de los Trabajadores que rezaba: “La liberación de la clase obrera será obra de la clase obrera misma o no será”.

Con las revueltas e insurgencias estudiantiles y juveniles que trajo consigo el Mayo francés, los movimientos contestatarios manifiestos en torno al rock y luego la expansión de la sensibilidad juvenil antiautoritaria refugiada en los claustros académicos universitarios de Latinoamérica y la proliferación en los ámbitos de los estudios humanísticos del continente hispanohablante de nuevas vetas de análisis teórico-metodológico con la adopción de los métodos y herramientas conceptuales procedente de las corrientes estructuralistas (Claude Levi-Satrauss et al) los enfoques funcionalistas (con Bronislaw Malinowsky a la cabeza) las perspectivas neoevolucionistas y neopositivistas que anidaron en las escuelas y facultades de ciencias sociales del continente permitió la recensión de otras lecturas y ángulos de análisis epistemológicos procedentes de escuelas y corrientes heterodoxas y críticas como por ejemplo la Escuela de Frankfurt y los enfoques del marxismo crítico italiano que se nucleó en torno a los estudios y análisis de cierto marxismo crítico de impronta gramsciana que enfatizaba el protagonismo teorético del bloque histórico de clases y la teoría de la contrahegemonía y de la contracultura anticapitalista.

Comenzando las década de los setenta emerge al proscenio intelectual de la extrema izquierda teórica-metodológica en Italia y España la figura intelectual de Toni Negri que fue adoptado como figura totémica por los movimientos violentos y armados de guerrilla urbana de las Brigadas Rojas italianas y la Fracción del Ejército Rojo alemán que adoptaron y subscribieron las tesis políticas de Negri en torno a la teoría y praxis de los tristemente célebres Consejos Obreros de Fábrica que dio carta de nacimiento a los movimientos consejistas italianos y a los movimientos espartaquistas alemanes y holandeses con Antón Pannekoek a la cabeza y figura destacada y notable de dichos movimientos insurreccionales del espíritu crítico y subversivo.

En cuatro décadas largas y dilatadas –el paréntesis cronológico que va de1980 a 2021– el sistema capitalista mundial, como era de esperarse obviamente, se ha visto en la insoslayable necesidad de reinventarse y desplegar su inagotable capacidad regenerativa valiéndose de su asombrosa potencia innovadora en lo que respecta a su poderosa racionalidad tecnocientífica y de su poder ontolumínico y metatécnico. El sistema capitalista central posindustrial representado en las economías metatécnicas y transdigitales y de inteligencia artificial ha logrado impactar y producir una especie de giro copernicano a nivel de las estructuras y tejidos socioculturales de los modelos societales alterando y modificando las viejas y anquilosadas figuras socio-antropológicas de naturaleza política que el viejo y anacrónico método marxismo tanto ensalzó y elevó al olimpo de las categorías sociológicas para caracterizar y consecuentemente taxonomizar a las sociedades y civilizaciones del vertiginoso y evanescente presente histórico.

Obviamente, no puede ser de otro modo: los giros y movimientos telúricos que sacuden la dinámica en permanente mutación y metamorfosis de lo social obliga, quiérase o no, a repensar los registros de percepción e intelección que podrían eventualmente permitirnos repensar reorganizativamente los sistemas nocionales y conceptuales que abren cauces discursivos a los cambios y desplazamientos micromoleculares al interior de los grupos, clases, estamentos, segmentos sociales emergentes que los aluviones de cambios sacuden y estremecen a las sociedades centro-periféricas.

Es inevitable encarar desprejuiciadamente la interrogante: ¿en cuál figura clasista recae hoy el peso sustantivo del papel protagónico del proceso emancipador hic et nunc –esto es: aquí y ahora- en virtud del surgimiento de novísimos actores que hacen su aparición con las inéditas dinámicas ontotecnológicas que producen las sociedades de control y vigilancia del fascismo tecnocrático?

 

Compartir contenido
Anuncios
Visitas: 84