Juan Figuera no podrá disfrutar su cumpleaños, no como hubiera querido.
En su carácter de dirigente partidista decidió jugar el juego que le plantea el gobierno, en las condiciones en que el gobierno lo juega. No le queda más remedio, dirán aquel y Raquel.
Ese juego no es otro que el del gato y el ratón, con el felino a la puerta de la cueva y el roedor, cual topo, escarbando -para despistar- otros agujeros.
Al hombre color naranja de Voluntad Popular, ahora transparente para que no lo vean, le toca vivir en la incertidumbre, con cierto sudor frio y comezón en el cuerpo.
Quien sabe hasta cuando, lo único bueno, si es que lo hay, es que tiene años de entrenamiento.
Así es la política en los tiempos que corren. Que la pases lo mejor que puedas.
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