A la señora Carmen Navas por poco le da un “yeyo” cuando por fin tuvo el microondas en sus manos.
Le pareció tan grande y hermoso, que quiso apretujarlo como a un bebé. Luego de recibirlo, sin más preámbulos se fue con el; cantado estaba que sería suyo, agradeciendo a papa Dios el niño Jesús tardío.
A esta hermosa abuela la dama de la fortuna la premió, siendo Transdelta la intermediaria de ese obsequio divino.
El presidente Javier Gascón celebró que fuera a una excelente cocinera a quien le correspondiera el equipo, teniendo a partir de ahora un electrodoméstico que facilitará sus quehaceres brindándole mayor comodidad y holgura.
Queda por recibir su premio el señor Cliver King y la EPS de transporte público habrá cumplido. A quien lo conozca dígale que de no retirar su licuadora la perderá, la ley indica que al cabo de un tiempo el sorteo debe repetirse y no es la idea, es hasta ahora y por ahora suyo.
¿Y Transdelta? A seguir viajando y premiando.
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