Los celos y las bajas pasiones fueron el detonante del trágico fallecimiento de una bebé de apenas dos meses el pasado miércoles 17F, en una humilde morada de la comunidad El Silencio de Tucupita.
El triángulo amoroso constituido por un hombre convertido al Evangelio, que sostiene una relación extramarital y su pareja de hecho, la madre de la criatura y de un varoncito de dos años, devino en el deleznable hecho.
Enzarzados en una discusión que trascendió al plano físico, la pareja descuidó a la infanta que permanecía sobre un mueble frente a la pareja, y terminó atragantándose –en criollo, atorándose- con el reflujo de la leche materna consumida minutos antes. Tristemente al dejar de pelear se percataron de la pasividad de la niña, ya sin ritmo cardíaco.
Solo entonces la llevaron al servicio médico, sin posibilidad alguna de revivirla, dedicándose a acusarse momentos después al ser retenidos por los cuerpos de seguridad.
El examen practicado determinó la normalidad aparente, sin rastros físicos de violencia, y el contenido del alimento en la vía respiratoria como causal de la muerte. “Ni un rasguñito tenía”, comentó un paramédico.
Sin responsable directo aparente, más allá del probable homicidio negligente o culposo de la pareja, el deceso se atribuyó al descuido, la indolencia, la indiferencia y la ira cegadora, de dos personas que tan solo dos meses antes trajeron al mundo al fruto de su amor. O de su desamor…