La asesina de las flores, como fuera bautizada en el argot popular, la hasta ahora desconocida mujer que propició la muerte de doña Luisa Rojas de Marcano, va para tres años libre como el viento, escudándose en su invisibilidad a la investigación penal.
Justamente, el pasado 10 de mayo se cumplió un nuevo aniversario de uno de los tantos misterios de la crónica roja deltana.
Definido como un homicidio culposo, al producirse luego que, al momento de entregarle flores destinadas al altar de la Virgencita del Valle, uno de los más bonitos y tradicionales de la ciudad, a través de la reja de la puerta principal de su casa en la calle Bolívar, cerca de la DEM, le sujetara las manos para sustraer los anillos y en el afán de hacerlo, la víctima cayera estrepitosamente al suelo del recibo hogareño perdiendo la vida.
Por más que perteneciera a una honorable familia que mucho bien hizo y hace al Delta, siendo cónyuge del desaparecido “Catire” Marcano, empresario que prácticamente inaugurara el transporte comercial fluvial, cuando el agua nos separaba de Barrancas, en la época previa al cierre, y luego fue socio propietario de los Expresos de la Costa, primera línea de buses en arribar en directo desde la capital de la República a la Sultana del Manamo, no ha podido conciliar por completo el descanso eterno.
Algún día la Virgen del Valle, hará el milagro de orientar los pasos de los pesquisas hacia la homicida, en un caso que hasta entonces permanecerá sin cerrar y será cuando la estirpe Marcano Rojas, encontrará el consuelo que tanto anhela.
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