Alba Sánchez se mantuvo a flote más de 10 horas en el mar encrespado de Boca de Serpiente y sobrevivió

Alba Sánchez tenía inmensas ganas de sobrevivir y lo demostró. Durante más de 10 horas, en medio de un mar voraz, rodeada por un inmenso desierto de agua, aterida por el frío, envuelta en las tinieblas de la noche, sin nada ni nadie que ver en el horizonte, acosada por la vasta soledad que antecede a la muerte, pudo flotar, sostenerse, vencer la centrifuga del océano, imponerse a la sensación de que podía ser la única en mantenerse con vida y salvarse.

Mujer fuerte, rolliza, corpulenta, no se desesperó, se adaptó a la circunstancias, jugó con la marea, a ratos movió pies, brazos y manos en posición vertical, por momentos inmóvil se extendió, ciertamente se desesperó sabiendo controlar los nervios y por encima de todo jamás perdió la esperanza. Su bella nieta y la hija de su corazón la esperaban.

Sin mayores credenciales académicas, mujer laboriosa de mediana edad, con grandes conocimientos de cocina, simpática y cordial, demostró ser una guerrera y un extraordinario ejemplo de fuerza de voluntad, amor propio y motivación.

Cuando finalmente vio en el horizonte el enorme remolcador que la traería de regreso a tierra firme, ni siquiera se inmutó, turbada por tanto esfuerzo y sacrificio, superada por las circunstancias, centrada únicamente en preservar la vida, le costó creerlo.

Un merecido premio sobre las circunstancias aciagas y suicidas de un costoso viaje sin prevención ni protección, cuyo azar iguala en paridad las probabilidades de morir o de alcanzar la otra orilla.

En cuanto a nuestra heroína, las posibilidades eran de una en un millón y lo consiguió. Los milagros existen,  Alba lo demostró.

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