A D. A. Ochoa Mendoza se le puso el mundo en contra, ya no solo debe resolver un conflicto familiar al tener una unión estable de hecho y una supuesta relación extramarital, ahora debe responder a tres acusaciones de actos lascivos.
Peor aún, dos de las presuntas víctimas del denominado popularmente “Taxista gozón”, son menores de edad y lo identificaron positivamente en la denominada prueba del espejo, observándolo claramente a través del cristal sin que este pudiera verlas, y la tercera es una docente madura, que bajo condición de anonimato, contó una historia similar a las de las dos jovencitas.
De hecho, a partir de los testimonios suministrados los pesquisas han logrado configurar un perfil delictivo y un modus operandi definido, caracterizado por la cercanía a instituciones educativas en horas de clase, la preferencia por jovencitas solitarias apostadas en paradas en espera de vehículos de transporte público, la invitación a ubicarse en el asiento de copiloto afirmando falsamente que los cerrojos de los asientos traseros están dañados y el abordaje inmediato de temas sexuales desplazando sus manos libremente hacia las pasajeras.
A Ochoa Mendoza lo habría traicionado su ego, en especial la tendencia a presumir de su conocimiento sobre el sexo y la predisposición a creer que las mujeres caen cautivadas de inmediato ante su irresistible poder de seducción y magnetismo.
Las autoridades policiales suponen la existencia de mayor cantidad de víctimas, barajando la hipótesis de que tiempo atrás, antes de las restricciones propias de la pandemia pudo haber perpetrado varios abusos.
Solicitan por lo tanto toda la colaboración posible de la ciudadanía, en particular de damas que puedan suministrar testimonios sobre la previsible actividad transgresora del “Taxista gozón”.
De momento, a Ochoa Mendoza le espera un juicio con suficientes testimonios como para garantizarle una larga condena y la posibilidad manifiesta de que otras víctimas añadan mayor número de acusaciones.
Cabe decir que él taxista ha recibido numerosas muestras de apoyo por parte de los integrantes de su gremio y de los miembros de la línea de taxis a la cual pertenece, bajo el argumento de que mantiene una conducta intachable en sus quehaceres diarios y en sus relaciones interpersonales. Aunque en casos como el suyo, cuando se supone que existe un telón de fondo o una doble vida, tales apariencias pueden suponer más un agravante que un atenuante.
Por último, el sagaz London, Com/J de Polidelta, y sus muchachos del Servicio de Investigación Penal (SIP) auscultan, pesquisan, olfatean e investigan y eso se la pone mucho más difícil.
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