El caso tuvo repercusion nacional e internacional
Corrían otros tiempos, el Cicpc aún era accesible y se podía interactuar de manera franca y abierta con los jefes de Delegación.
Un horrendo crimen había sacudido las conciencias de Tucupita y el órgano de investigación penal sentía la presión del colectivo, afanándose en dar respuesta.
Aquella mañana clara y luminosa de mayo del 2013, fue una de las tantas en que acudimos a buscar información, ubicando a un costado de la sede, en el área de estacionamiento al Com/Gral. Luis Gómez, quien a la postre ocupó una de las direcciones nacionales del Cuerpo.
Íbamos precedidos de un buen dato, habían logrado retener la moto del presunto homicida y esta, al parecer, presentaba indicios de lo ocurrido.
Diligente y capaz, Gómez nos recibió con la inquietud que lo caracteriza, diciéndonos una vez más, con mayor énfasis que las anteriores, que nos largáramos pal’ carajo; las investigaciones iban bien encaminadas y en cuanto atraparan el o los responsables, se comprometía a ofrecer una rueda de prensa oficial y seríamos los primeros convocados.
Hombre taimado y perspicaz, logró alejarnos del vehículo, sin embargo, el daño estaba hecho, pudimos observar con regocijo un detalle revelador: el pedal de cambios tenía sangre seca que uno de los homicidas no logró borrar, las pesquisas estaban rindiendo frutos.

Una orgía de sangre
A mala hora, Richard José Jiménez Márquez de 34 años abrió esa noche del 21 de abril, sobre las 10 pm, la puerta de su establecimiento comercial en la comunidad La Bandera, municipio Tucupita.
Quien tocaba a la puerta, un cliente habitual, demandaba aceite vegetal para los plátanos que preparaba en un humilde rancho del sector Los Cocos.
Esa forma de ser, condescendiente y gentil, atendiendo a toda hora a quien lo requiriera, se tradujo en la desgracia que acabó con su vida.
Dentro del mini abasto, en una construcción firme con una naciente segunda planta, se desató el infierno.
Al criminal lo acompañaba un joven de 17 años que, arrastrado por las circunstancias, su sumó a la carnicería humana.
En la vivienda-local había cinco personas. Richard, su conyugue Dairilys Lennys Guerra, una hermana de la dama de nombre Zaida Santa Guerra, una adolescente de 16 años y una niña, ambas hijas de Santa.
Apuntándolos con una pistola, procedieron a amarrarlos. Luego de inmovilizarlos, los golpeó salvajemente con un martillo, en un rictus de locura que perseguía eliminar los testigos.
En menos de media hora murieron tres personas, Richard, Dairilys y la adolescente, otras dos, Santa y la niña, resultaron heridas, afectadas seriamente tanto física como emocionalmente.
Como colofón, robaron 6.000 bolívares.

El platanero
Recorría la ciudad vendiendo los tostones crujientes de confección casera en bolsitas de plástico. Llegó en el 2010 de donde no se sabía y se instaló en Tucupita, tampoco nadie conocía su pasado ni él busco clarificarlo. Escogió el último lugar del mundo en que lo buscarían.
Pronto surgió un elemento oscuro: los vecinos empezaron a temerle, se rumoró que era brujo.
En su vivienda preparaba los plátanos y por eso humeaba. Al caer la noche, el rancho despedía otro olor, distinto al de la fritanga, como de pócimas medicinales.
Hubo quien juró haberlo visto desprenderse en espíritu con la luna llena de fondo, retornando horas después, antes que amaneciera, de la misma forma, en esencia.
Cicpc esclarece el hecho
La búsqueda tenía visos de vértigo. El trabajo constante e incansable debía ofrecer resultados y pronto se vieron.
Primero cayó el joven de 17 años, siendo detenido en la vivienda familiar de la urbanización Hacienda del Medio.
Con él tras las rejas, se simplificó la persecución, cantó de lo lindo. A poco de detenerlo, se practicó el allanamiento de la morada del psicópata en Los Cocos, sin rastro de su presencia.
Hallaron la moto, un pequeño altar, el reverbero de preparar los tostones, la cama y los pocos bienes en completo desorden, en un ambiente lleno de inmundicia.
El Com/Gral. Luis Gómez, manifestó, con coraje y desdén, “no sé cómo se comían esos plátanos y no se enfermaban, esto es asqueroso”.
En medio del procedimiento, alguien expresó, “recuerden que es espiritista, recibió una señal y se esfumó, quizá se desvaneció antes que entráramos a la vivienda”.
Para Gómez, otra era la historia, estaba vivito y coleando en algún lugar no muy lejano, siendo cuestión de tiempo atraparlo.

La captura
A Francisco Lisandro Dajome Reyes de 37 años, autor material e intelectual y principal perpetrador del crimen, lo capturaron en el terminal de La Bandera, en espera de poder viajar a Valencia, su ciudad de origen.
Los tres años que estuvo en la capital deltana, empleó la cedula de un hermano de nombre José Ricardo Dajome Reyes de 39 años, para evitar ser identificado, ambos con gran parecido físico.
Al verlo nervioso, funcionarios policiales le pidieron el documento y al introducirlo en el sistema de identificación policial, arrojó que estaba solicitado por el homicidio de su exesposa, en noviembre del año 2010 en la capital del estado Carabobo. A ella le quitó la vida de un disparo en la cabeza.
De nada le sirvieron sus presuntos poderes, cayó como mansa paloma.
El final
El cuádruple homicida recibió una condena de 29 años y seis meses de prisión.
El Com/Gral Luis Gómez, cumplió lo ofrecido, se realizó la rueda de prensa y el resultado tuvo eco nacional. Poco tiempo después, en virtud de su eficiencia y experiencia, Gomez ocupó la dirección de la REDIP Oriental.
Eran otros tiempos, recibimos gustosos el regaño de Gómez y sentimos alegría al conocer el final de la investigación. El Cicpc garantizó que hubiera justicia.

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