
Hace un mes falleció el señor Albino De Aguiar Viera. A pesar de los días transcurridos parece que fue ayer.
La calle Dalla Costa, en el tramo correspondiente a los emprendimientos que contribuyó a fundar, parece otra sin él.
Su presencia es imborrable, pasar por ese lugar es como verlo aparecer conversando con cualquiera de sus amigos.
El cabello blanco, la espigada estatura y el vigor corporal, hablan de alguien que no descansó en el arduo camino de legar un patrimonio al Delta, en forma de empresas con pretensión de duración imperecedera. Solidas y asentadas, para sobrevivir a cualquier temporal de la economía. Y vaya que lo logró.
Como testimonio de su valor, transcribimos textualmente el texto del Dr. Abraham Gómez, en su libro Hombres y mujeres en la historia contemporánea del Delta. Disfrútenlo.

“Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”.
JOSE SARAMAGO. ESCRITOR PORTUGUES.
Para quien emprende una emigración (salida de su lugar de origen) no son pocos los factores adversos y contratiempos con los que se va a tropezar. Las trabas que consigue para salir, son a veces insalvables o insuperables. En la mayoría de los casos llegan los asuntos, que al principio se pensaron como nimios o sin importancia, a transformarse en potenciales o reales óbices o elementos conspirativos para que, quien busca, por cualquier motivo o circunstancia nuevos horizontes, se sienta frustrado o por lo menos desista de intentar alguna salida de su tierra natal. “La migración es la acción más antigua de combate a la pobreza”, así lo ha escrito el afamado economista Johan Kenneth Galbraith.
Los riesgos, propiamente del viaje, no son los únicos problemas a los que se enfrenta quien está planeando irse a otro país. Están también las barreras idiomáticas y culturales. Los procesos migratorios son inherentes a la especie humana y a muchas otras especies. Dichos procesos nacen de los instintos de conservación de la especie más que del individuo, y se deben siempre a una evaluación comparativa del entorno donde se vive en cuanto a los recursos y las posibilidades con que se cuenta, en contraste con un entorno diferente en el que existe una percepción de que esos recursos y posibilidades pueden ser mayores y mejores. Esta comparación entre la vida cotidiana en un país y otro se origina actualmente por la amplia posibilidad de desplazarse de un lugar a otro, con lo que resulta cada vez más “fácil”, enterarse de cómo es la vida en otros países. Sí, pero solo relativamente fácil. Porque, aunque se tomen las previsiones y se persiga allanar las cosas, todo desplazamiento conlleva una dosis de traumatismo sociocultural. La migración parte y actúa en un doble sentido: cuando se tiene una percepción favorable a su propio país y cuando esta percepción es desfavorable, lo cual es el motivo que explica la inmigración en el primer caso y el que describe los motivos de emigración en el segundo caso, como puede verse en un artículo de Axel Capriles en el periódico el Universal de Caracas del 24 de septiembre de 2009. Inmigración es la entrada a un país o región de personas que nacieron o proceden de otro de otro lugar. Representa una de las dos opciones o alternativas del término migración, que se aplica a los movimientos de personas de un lugar a otro y estos desplazamientos conllevan un cambio de residencia, bien sea temporal o definitivo. Reafirmamos que las dos opciones del movimiento migratorio son: emigración, que es la salida de personas de un país, región o lugar determinados, de manera que una emigración lleva como contrapartida posterior una inmigración en el país o lugar de llegada. Evidentemente, cuando se trata de evaluar el nivel de vida que existe entre los diferentes países, no solo se puede lograr a través de algún viaje al exterior sino por multitud de vías y procedimientos que hoy en día se han hecho posibles por el desarrollo tecnológico de las comunicaciones y de los medios de transporte: comunicación con familiares en el país de posible entrada, referencias de terceras personas, propaganda turística o de otras actividades económicas, etc.
Las migraciones han sido siempre muy importantes. Históricamente las migraciones han cambiado totalmente el aspecto de los países, incluyendo su composición racial, lingüística y cultural, así como otros cambios importantes de gran repercusión.
Durante de miles de años, los seres humanos iban extendiéndose hacia nuevos territorios, a medida que la población aumentaba y necesitaban nuevos espacios en los que obtener recursos, especialmente, alimenticios. Son bastantes quienes opinan que no podríamos entonces hablar de una verdadera inmigración, ya que este término se refiere a la denominación de los recién llegados al lugar de los que ya residían en ese ámbito geodemografico. Los centros poblados eran muy pequeños y estaban rodeados por las tierras de donde obtenían su subsistencia.
Venezuela ha sido siempre un país abierto a los inmigrantes. Desde comienzo del periodo republicano, bien entrado el siglo XIX y buena parte XX, hemos sido una sociedad permeable. Las oleadas de inmigrantes no han sido problema social siempre y cuando estuvieron sujetas y controladas por las policitas coherentes del Estado venezolano.
Un caso curioso, digno de análisis socio-histórico es que entre 1810 y 1936 se promulgaron 13 leyes de inmigración, acompañadas de sus respectivos reglamentos. Se elaboraron muchísimos contratos para traer inmigrantes. Venezuela poseía entonces “un territorio grande y una población pequeña” y se pensó, entonces, que todos los males del país se iban a solucionar con la traída de inmigrantes. Hasta el ilustre Uslar Pietri se atrevió a visualizar este asunto “la inmigración es una de las claves fundamentales para el destino de la nación venezolana. Tan solo la inmigración puede colmar nuestro déficit de capital humano” (1944).
Es a partir de la década entre 1949 y 1958 cundo se produce una inmigración masiva de carácter legal. Desde entonces, la entrada de extranjeros se presenta por primera vez como un factor demográfico y social significativo. Para el final de los años 1950, precisamente cuando el señor Albino De Aguiar viene con su tío a Venezuela, el país tuvo una política de inmigración amplia, sumamente flexible, la llamada: Política de Puertas Abiertas. A portugueses, italianos, españoles, árabes etc. Les era muy fácil ingresar, obtener el permiso de residencia y permanencia y trabajar.

La inmigración portuguesa en Venezuela se inició en la época del virreinato y es la segunda comunidad más numerosa en nuestro país. Ha sido una inmigración gradual de gente honesta y trabajadora. Emprendedora y pujante para hacer crecer esta nación. La mayoría de los portugueses radicado en Venezuela residen en Caracas, Maracay, Valencia, Maracaibo y Ciudad Guayana. La comunidad portuguesa se encuentra entre los grupos étnicos más grandes en nuestro país (cerca del 5% de la población es luso o luso descendiente). Tenemos nuestro estado Portuguesa, con una leyenda de poblamiento mayoritario de lusitanos, del cual toma su nombre a partir de un relato que nos viene de la siguiente manera:
“En el año 1591, conjuntamente con Juan Fernández de León, llegaron muchos portugueses a la región de los llanos para contribuir con la fundación de ciudades; entre estos llego un portugués llamado Melchor Luis, cuya esposa, una rubia y hermosa lusitana, solía acompañar a los conquistadores en su travesía. Un trágico día, la extranjera desapareció entre las turbulentas aguas del otrora Guanaguanare. De allí en adelante, toda la comarca, en la oscuridad de la noche, oía los gritos desesperados de la portuguesa y así, involuntariamente nació el nombre de este rio, inmortalizando el gentilicio de esa rubia mujer que le imprimió a esas aguas misteriosas la magia de su soledad y su llanto en las noches oscuras, cuando el canoero rasgó la guarura del recuerdo. La portuguesa, con su tragedia dio nombre al rio y el rio, posteriormente, dio nombre al estado portuguesa” (Mitos y leyendas predominante en el estado Portuguesa de Carmen Pérez Montero. 2011)
Existe un fuerte interés en un gran segmento de los portugueses en Venezuela para preservar la cultura y el vínculo familiar en Portugal. Hay 25 clubes de lusitanos repartidos en todo el país. Hay una hermosa herencia histórica que hemos asimilado y respetado; en esencia, porque los portugueses desde que han venido a ligarse con nosotros lo que han hecho es trabajar por el bien de nuestra nación.
Cada lusitano que escogió esta tierra suramericana y bolivariana para vivir y echar raíces, tiene su particular historia de vida. La del señor Albino De Aguiar Viera nace impulsado por las motivaciones de salir a buscar latitudes mejores en lo económico. Motivado a las precariedades que estaba viviendo en su natal Portugal y consciente de que había un país llamado Venezuela que le abría sus generosos brazos. Él ha sido un digno de ejemplo de un inmigrante emprendedor, honesto y progresivo.
La diversidad y riqueza cultural venezolana ha sido siempre relevante en los procesos de integración en el mundo. Representamos un rico mestizaje y crisol de etnias, precisamente con la contribución de culturas del inmigrante. La convivencia de civilización tiene en Venezuela un universo de armonía, igualdad y fraternidad.
Antes de emprender la amable conversación, nos recibe con una serie de preguntas relacionadas con capitales de países. Nos solicita que yo le dijera el orden de las diez primeras naciones del mundo por extensión territorial y población. Confieso que me puso en serios aprietos. Yo estuve haciendo esfuerzos. Me equivoqué en varias ocasiones; y con su fonética lusitana me corregía “no señor, piense bien…”. Me dijo que él había conocido muchos lugares, que había viajado bastante. Que se siente orgulloso de haber escogido a Venezuela y especialmente al Delta para vivir, y que más nunca se va de aquí porque ahora en Portugal “soy un extraño”, y además el clima frio no le hace bien. Considero al señor Albino De Aguiar Viera un excelente conversador, quien a lo largo de nuestro dialogo nos va mostrando su bella casa, los jardines y la fuente que construyó hacia la parte de atrás al más exquisito estilo portugués. Tiene para su recuerdo imborrable la foto de la casa paterna, construida con piedra por su papa.

A.D.A.- “Nací en un pueblo llamado San de Marco de Canaves, cercano a Oporto, un 18 de mayo de 1930”
A.G.- Y de sus estudios, señor Albino, ¿que nos puedes decir?
A.D.A.- “Yo solo estudie hasta tercer grado de primaria; porque si no hubiera tenido el tercer grado no podría haber venido. Como no pude hacer mi tercer grado de primaria cuando joven lo tuve que hacer de grande para que el gobierno de Portugal pudiera autorizar mi viaje”.
A.G.- ¿Y recuerda nombre de sus maestros?
A.D.A.- “Tuve barios maestros, mas no preciso los nombres
A.G- La maestra que más lo marcó, la educadora que lo influenció bastante…
A.D.A.-“Había una amiga de mi mamá, la mujer de un panadero de Feira Nova. Ese señor panadero, que venía con unas carreteras a distribuir pan, por varias tierras”.
A.G.- ¿Porque se viene Venezuela, señor Albino?
“Porque siempre se busca salir a un país que le pueda dar la nacionalidad, una residencia pero que tenga una moneda dura. Porque fíjese lo que está pasando ahora que tenemos un problema económico en Europa; pero son muy pocos ahora los de allá que vienen para acá, porque nuestro Bolívar vale poco; ‘porque hay un control de cambio’. Por ejemplo, si se tiene una deuda de una casa, como se hace para cancelar si la moneda vale poco”.
A.G.- En que año llego usted a Venezuela?
A.D.A.- “En el año 1957. Salí de Portugal bajo la dictadura de Salazar, y llegue a Venezuela bajo la bajo la dictadura de Pérez Jiménez, e inclusive yo bote por Pérez Jiménez.
A.G.- ¿Entró por la Guaira?
A.D.A.- “Si, en barco. Fueron ocho días de travesía, pero hicimos escala en Vigo, Tenerife e Isla de Margarita.
A.G.- ¿Y se vino solo?
A.D.A.- “Yo vine acompañado de un tío mío que regresó a Portugal y murió por allá”
A.G.- ¿Y usted regresaría a Portugal o ya se sembró definitivamente en Venezuela?
A.D.A.- “A mí me pasa igual que les pasa a otros, más ya uno se quedó aquí a vivir; pero me gusta relacionarse con el venezolano, es como la misma gente de Portugal; es un país muy amplio, muy generoso y además tengo mi esposa que es venezolana, y hasta bisnietos tengo. A mí me gusta mucho el clima tropical. Todo país tiene su problema. El problema de volver ahora es con el frio. Cuando voy a Portugal busco que sea para esta época de verano que no hay tanto frio”.
A.G.- ¿Cómo fueron las circunstancias a través de las cuales usted vino al Delta…?
A.D.A.-“Ven acá, escuche lo siguiente. Yo estaba en Caracas cerca de El Silencio, en una casa de piezas, de esas de residencia, que la cogían para alquilar; allí vivía una familia de aquí del Delta, de calle La Paz, ella me hablaba mucho de Tucupita, de los cochinos que se comían la bora. Y yo nunca me imaginé que podía llegar a su pueblo, a su tierra. Resulta que allí llego un portugués y dijo se necesitaban dos carpinteros para Tucupita. Salimos en la noche, entramos por el Tigre, luego Maturín, Barrancas y después me transportó el señor Luis Cabareda. Entonces ya vine a trabajar en la construcción de la escuela Tarsicia de Romero, la compañía tenía una casa alquilada.
A.G.- ¿Y el nombre de la familia que usted conoció allá en esa residencia?
A.D.A.- “No recuerdo, pero ellos después vinieron a vender la casa, que la compro el señor Elías Freites. Allí pusieron un taller y la venta de carros Ford en la esquina de la calle La Paz con calle Petion. Esa casita era de una señora que tenía dos hijas señoritas y una de ellas tenia amores con un español y hasta lloraba, o sea esta es una historia, pues”.

A.G.- ¿Cómo era Venezuela usted llego a nuestro país, en comparación con este tiempo: en mejores condiciones socioeconómica? ¿más receptiva?
A.D.A.- “A pesar de haber venido de un país pobre, que fue los que nos hizo emigrar, a mí me sorprendió mucho cuando cuando llegué a la Guaira y vi tantos ranchos. Mi papa humildemente hizo una casa en piedra. De dos plantas. No existían ranchos en Portugal, entonces. Pero las circunstancias del sueldo de trabajo eran muy bajas, no había suficiente prestación de seguridad social; pero una cosa, la mitad los gastos de medicina se los daba el gobierno al pueblo. Después subiendo la autopista me encontré con Catia, también llena de ranchos. Yo le mandaba las postales a mi papa de la torre de El Silencio, pero no le mandaba postales con ranchos. Luego vino el Plan de Pérez Jiménez para sustituir los ranchos por edificios de quince pisos, y con eso iba a limpiar los cerros. Los edificios eran para dárselos al pueblo y también una parte de Caracas que se llama Sarria. Después cayó Pérez Jiménez; y se hizo el plan de Emergencia porque había muchos desempleados y yo conseguí trabajar en los talleres porque soy carpintero ebanista. Trabajaba en los talleres de obras públicas que estaban cerca del aeropuerto de Maiquetía. El transporte nos llevaba y nos traía todos los días a Caracas”.
A.G.-¿Quiénes vinieron luego a Tucupita, después de usted llegó a esta ciudad? ¿Como se ha venido formando la inmensa comunidad de portugueses, con quien hemos enlazado hermosas amistades?
A.D.A.- “Yo traigo a mi hermano Joaquín ya falleció, después a mi primo Antonio, Mario, porque su esposa la crio mi mamá. Él se casó con ella y luego trajimos para acá, las sobrinas. Bueno, quienes hoy trabajan en el Delta, se deben a mi… gracias a Dios. Porque cuando jugaban carnaval yo estaba martillando, si era domingo igual. Hay que estar pendiente de las cosas y el mantenimiento de las cosas que uno tiene”.
A.G.- ¿Aunque, usted señor Albino, le gusta la agricultura también?
A.D.A.- “Si, como no, también. Yo tenía la finca La Garza; tuve que venderla. Bueno, no venderla, regalarla porque si no la regalo la pierdo. Todo el mundo sabe que uno no es dueño de los terrenos; y si el terreno por cualquier circunstancia lo invaden, como los sacas”.
A.G.- ¿Usted, está consciente de la admiración y el cariño que le tiene la gente del estado Delta Amacuro?
A.D.A.- “Si porque yo soy un hombre sencillo. Aquí me conoce todo el mundo. Porque en Portugal yo soy un extraño y aquí tengo toda la vida, soy un hombre sencillo, algunos dicen que yo tengo dinero, bueno eso es otra cosa. La realidad es que mi vida ha sido de puro trabajo. Yo valgo lo que vale uno que barre la calle. La persona no se distingue por tener una profesión o por lo que tenga, todos necesitamos ser apreciados.”
A.G.- ¿Usted prefiere la humildad para poder tratar a la gente sabiendo que algunos dicen que tiene usted suficiente dinero?
A.D.A.- “Si, si, si para mi es igual a tratar a la gente. Los humanos no deben diferenciarse en algún grado o porque se tenga más real”.
A.G.-Háblame de su familia, de su esposa, de sus hijos y nietos…
A.D.A.- “Mama ya se murió, papá también se murió. Los cuatros hermanos que vinimos para acá, ellos vinieron casados, hicieron sus casas, regresaron y se murieron en su patria. Pero nosotros los que vivimos, yo llegue con 19 años. Bueno y entonces aquí he llegado a mi vejez, he llegado a mis 76 años; tengo todos mis hijos, los he ayudado hasta donde me dan las posibilidades. Tengo hasta bisnietos. Pero se dice que lo que interesa no es donde se nace sino de donde se lucha”.
A.G.- ¿Que piensa que los otros inmigrantes que llegaron a Venezuela han cumplido también con la tarea de ayudar al desarrollo de país?
A.D.A.- “Yo considero, por lo menos, que los que más han desarrollado al país y han enseñado al propio venezolano, para que sea cabillero, carpintero, ebanista, albañil, fueron los españoles, italianos y portugueses; porque los asiáticos vienen y montan sus negocios pero no vienen aquí a hacer una puerta. Las primeras puertas que yo hice en el Delta se las hice a un señor llamado José Isabel de San Rafael. Se las llevamos en una carretilla, porque no había vía de penetración para allá”.
A.G.- ¿Escogería otro lugar para vivir fuera del estado Delta Amacuro?
A.D.A.- “No, no. El mejor sitio que yo considero que hay en Venezuela es el Delta, porque yo también soy de la provincia en Portugal. Porque tiene todo: rico en agua, rico en todo para el quiera trabajar en expansión; para hacer lo que quiera, para turismo, para agricultura, para todo. Lo que necesitamos es tener voluntad.
A.G.- Un mensaje para la juventud, para los jóvenes que quieren batallar como usted lo ha hecho a lo largo de su vida, con esfuerzo sostenido…
A.D.A.-“Yo creo que ellos tienen un gran país, porque tiene de todo lo que Dios nos dio: petróleo, terrenos con agua, gas. Ahora faltan alimentos y eso no debe suceder. Hay que darle fortaleza a la juventud, hay que entusiasmarlos porque la riqueza está en el trabajo”.