A un año de la desaparición física del Baré Mekoro K’Okal

Los responsables deben pagar

El religioso de los proyectos y las quimeras nos abandonó tempranamente

Josiah K’Okal atesoraba dos virtudes cardinales, soñaba con claras visiones y convertía los sueños en realidad.

Para ello tenía un método infalible, detectaba la carencia o necesidad, se metía en ella, inventaba una solución y hacia lo imposible por alcanzarla, aunque tuviera que convencer al mismismo Papa.

Se conmemoró en su lugar de reposo eterno

Todo lo hacía con su traje de Superhéroe, la túnica de blanco impoluto con estolas de diverso color y el don o atributo que le vino incorporado desde el nacimiento, la capacidad innata para el dominio de idiomas, hablándole en sus lenguas a la prole de Dios.

Llorándolo a mares en los dos continentes más desiguales y urgidos del planeta, África y América, dio testimonio de su Fe recorriendo los caños, refugios y selvas donde es posible verse cara a cara con el Señor, en los rostros de sus hijos excluidos y olvidados, ajenos al desarrollismo y el progreso.

Un dos de enero partió dejando atrás un cumulo de planes y propósitos que harían la envidia de cualquier cristiano de corazón y de los que se encargará ahora, con soplos de espíritu, en las miles de almas a cuyo paso terrenal tocó.

El pueblo indigena acompañó con sus cantos

K’Okal cambió de escenario, pasó a una tribuna mayor desde la que sigue contagiando con su carisma y optimismo.

El Creador lo siga bendiciendo.

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