El popular “manos de teipe” tuvo una mala noche, no fue solo que perdiera el “abasto” de comida que acababa de hurtar y el cual debieron despegarle de la yema de los dedos, sino que cayera preso y por último, que una vez en conocimiento de que estaba solicitado por el tribunal segundo del Circuito Judicial deltano, quedara “pegao” sin atenuantes ni contemplaciones. Ni Pedro Navaja estaba tan “salao” la noche que murió.
A “manos de teipe” se le ocurrió la brillante idea de arrebatar una bolsa de comida en pleno centro de Tucupita, en la esquina que antes albergara el “Bazar Popular Delta” y “Ferrehogar”, ahora con un pequeño expendio de alimentos regentado por asiáticos, a metros del comando de Politucupita.
Mientras iba corriendo la bolsa le pesaba cada más y tuvo la sensación de que iba a quedarse clavado en la acera. Fue entonces cuando los oficiales se compadecieron y alcanzándolo en Cocalito, se la quitaron de los pegajosos dedos.
Viejo conocido de los funcionarios del órgano policial, les debe el favor de haberlo bautizado hace unos 6 años cuando comenzaba a delinquir. Gracias a ese apodo, “manos de teipe”, pasara a la inmortalidad en los archivos judiciales.
El casi loco Néstor León, que es como se llama en la vida real, se jugó un quintico de lotería y acertó de lleno, pagando cara la osadía. De Politucupita saldrá, previo saludo en el callejón de honor de los pasillos de la exprefectura, con la despedida marcial que acostumbra darle el Com/J José De La Rosa, jefe del estamento policial, a los que van al retén de Guasina en vuelo directo y sin escalas, con la finalidad de ver si por fin escarmienta y cesa de cometer fechorías.
A partir de este viernes tendrá nuevos compañeros de habitación, unos a los que mejor no se le pegue nada de su propiedad en las yemas, porque está vez no tendrá quien lo salve y puede que termine en un lugar un poquito más feo, desolado, oscuro y eterno.
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