La gobernadora del estado Delta Amacuro, Lizeta Hernández, gestionó las coyunturas más difíciles de la historia deltana y venezolana: hacemos un análisis lo más objetivo posible a días de su salida del poder político.
Secuestro de su padre
En 2012, Simplicio Hernández, el padre de la gobernadora Lizeta Hernández, fue secuestrado y esto supuso ser el primer golpe para la mandataria. El hecho puso en jaque su gobierno regional, pero, además, movió a todo un Estado venezolano hacia el Delta, bajo órdenes del presidente Hugo Chávez.
Crisis económica y saqueos
Tras el fallecimiento del presidente Hugo Chávez, la crisis económica ya se veía acentuar con la desaparición progresiva de los productos de primera necesidad, aunado a los altos precios.
En el periodo entre 2016 y 2017, fueron de colas, enfrentamientos en las mismas, hasta que llegaron los saqueos. La actual mandataria regional aceleró las estrategias políticas para acallar a la multitud y asomar alternativas alimentarias con la incorporación de Alimentos Delta; una de las estrategias que fue catalogada como “bandera” para el resto del país. En estos saqueos “le bajaron la cullicha a Radio Fe y Alegría”, y, por ende, también a Tane tanae, en un intento por buscar responsables.
Banda organizada y amenazas
Después de la caída del poderío de Ceferino García, quien mantuvo uno de los controles bélicos más poderosos del estado Delta Amacuro debido a las actividades ilícitas derivadas de los estupefacientes, lo secunda la organización de Evander Barradas, el líder negativo que, no solo maniobró de manera oculta, sino que desafió a un Estado al amenazar a la gobernadora Lizeta Hernández. La funcionaria gestionó y superó esta coyuntura.
Covid 19
Lizeta no terminaba de salir de una cuando apareció la pandemia por el Covid-19, una de las más difíciles coyunturas de manejar, no solo para ella, sino para el mundo. No obstante, su profesión y dureza política la llevaron a mantener una de las estrategias de control sanitario, que después fue aplicada en toda Venezuela.
“Las candelitas” de la oposición
“Las candelitas”, como el gobierno de Venezuela denomina a las manifestaciones de las personas que difieren de sus políticas, fueron “apagadas” en Delta Amacuro, desde la “era” de Ramos Allup, pasando por Guaidó, hasta llegar a González Urrutia.
Lizeta Hernández es considerada, desde el punto de vista político (más allá de su ideología), una de las que mejor gestionó las crisis que se presentaron durante su mandato. Su posible sucesora, Loa Tamaronis, ya tiene el camino hecho, es posible que la tenga más suave, menos espinoso, con menos olas, con buen viento y buena mar. A Lizeta le tocó lo peor.