Su cuerpo quemado cedió ante un infarto el pasado martes en Maturín
Años atrás Gregori Cova, extravió el camino, iba en la dirección equivocada. Luego rectificó, se hizo un hombre de familia y se convirtió en baluarte social, un ser humano querido por todos.
La persona por quien los vecinos claman justicia, el técnico habilidoso al que respetaban en la filial eléctrica, estando a punto de incorporarlo a sus filas.
Cova de 37 años, había recibido el visto bueno, con la máxima ponderación y se preparaba para hacer carrera en la corporación.
“Nos puso el corazón chiquito. Era extremadamente servicial, nunca decía que no, a la hora que lo llamabas para colaborar, aparecía”, nos dijo uno que habría sido su jefe.
“Era una buena persona, un buen padre, un buen amigo, un buen vecino, un buen trabajador”, contó un vecino.
Las redes sociales están llenas de testimonios sobre su bondad y espíritu solidario.
Este Viernes Santo, CORPOELEC Delta se paralizó para darle cristiana sepultura. La organización completa participó en las exequias.
Gregori el “bueno”, pensó que el peligro de su juventud había quedado atrás, pero el diablo siempre hace de las suyas. Seis días antes de nuestro Señor Jesucristo, cargó con su cruz. Y dos antes de la resurrección del Creador, subió al cielo, donde se reencontrarán el domingo y será uno más de los Ángeles que velará por quienes dominan la corriente, poniéndola a nuestro servicio.
Paradójicamente, no fue la alta tensión, la que lo carbonizó, fue un poseído, un joven enfermo, el que, según manifiesta la comunidad, “le tomó rabia porque Cova se interpuso, para que no fuera agresivo con la mamá”.
Dios lo tenga en su Santa Gloria.
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