Prof. Ildemar Estrada
Hablar de Carabobo, es hablar de libertad, de independencia, de heroísmo, de hombres y mujeres que no daban un paso atrás, todo lo contrario, siempre eran primeros en todo, en la lucha, en el combate cuerpo a cuerpo, con la lanza en una mano y la Patria en el corazón. Así fueron las mujeres y los hombres que crearon nuestra nacionalidad, que con su fuerza y su tenacidad hicieron temblar a uno de los ejércitos mejor conformados bélicamente en toda la Europa del siglo XIX, y ese comienzo del siglo XIX que tanto debemos recordar y tanto nos cuesta comparar con la mediocridad del venezolano de este siglo. El siglo XXI solamente nos sirve para hacer afirmaciones como que estamos cumpliendo los 200 años de la batalla tal o del encuentro de tal y cual, pero jamás el hombre de hoy se enfrentó con quienes han vilipendiado nuestro país, nuestra bandera, los que han vendido hasta el alma y la sangre de nuestro pueblo, solo por tener posiciones económicas, aunque el pueblo de a pie sufra las consecuencias de no tener ni qué comer, ni cómo vacunarse porque los sátrapas antinacionales han robado hasta lo que el país necesita para adquirir las vacunas necesarias para combatir la más grande pandemia que nadie hubiese podido imaginar.
Llegamos a la semana donde el pueblo venezolano hace un alto para homenajear, para vitorear a las mujeres y los hombres que combatieron hasta dar sus vidas en un combate, en una batalla donde estaba de por medio más que un triunfo, una epopeya libertaria.
…Y pensar que todo comenzó un jueves santo! Era 19 de abril de 1810, la situación de los blancos criollos, los mantuanos, era insoportable, insostenible, pensaban, con toda razón, que por ser descendientes de los primeros conquistadores, de los primeros colonizadores estaban llamados a ser quienes llevasen la voz cantante en la colonia. Vicente Emparan, Capitán General de Venezuela, cuando se vio compelido por el pueblo para decidir su suerte viendo que este obedecía a las señas que el presbítero Madariaga le hacía, terminó diciendo: “si no quieren que gobierne, yo tampoco quiero mando”.
Ese primer grito libertario no terminó sino en eso “un grito de libertad” pero tuvo el valor de enviar delegaciones a otros países en solicitud de ayuda. Una de ellas con destino a Londres presidida por Simón Bolívar, Luis López Méndez y Andrés Bello, un viaje donde contactan a Francisco de Miranda y a través de este al Primer Ministro inglés Pitt, a quién explican la situación de su país y la necesidad de combatir al hispano victimario.
Bolívar regresa y más tarde lo hace Miranda sin respuesta concreta.
Para el 2 de marzo de 1811 ya estaba constituido el congreso que definiría con su declaratoria la Independencia; una independencia muy efímera que apenas duró un año, puesto que Miranda, encargado militarmente capitula ante Monteverde y de esa forma se pierde la Primera República.
Bolívar logra salir del país y se embarca hacia Curazao y de allí hasta Cartagena de Indias. El 15 de diciembre de 1812 da a conocer su Manifiesto de Cartagena, donde explica someramente las causas de la pérdida de la Primera República.
Combate en la Nueva Granada contra realistas que asolaban las márgenes del rio Magdalena. Solicita, posteriormente, permiso al Congreso para entrar a Venezuela y esa epopeya es conocida como la Campaña Admirable.
Cuando llega a Mérida le otorgan el título de Libertador que es ratificado posteriormente en Caracas, no sin antes, el 15 de junio de 1813 promulgar el Decreto de Guerra a Muerte: “Españoles y Canarios contad con la muerte sino obráis activamente en obsequio de la libertad de América”, “Americanos contad con la vida aun cuando seáis culpable”. Este decreto que así formula Bolívar, no es sino la ratificación de lo que de hecho estaban realizando Boves, Suazola, Antoñanza y cuanto español empuñaban sus armas para aniquilar a los venezolanos que enfrentaban.
Este decreto duró un poco más de siete años hasta el 26 de noviembre de 1820 cuando Bolívar y el líder español Pablo Morillo, firman el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra. Entre esas dos fechas se presentan un grupo de escaramuzas y batallas; unas llevadas en los llanos por José Antonio Páez, otras en el oriente del país adelantadas por los llamados libertadores de oriente: Mariño, Bermúdez, Arismendi y Piar.
En 1817 aparece en escena Antonio Díaz en la Batalla de Pagayos venciendo al español Antonio Ambaredes, logrando de esa forma abrir la navegación por el rio Orinoco. Esa victoria de Antonio Díaz y la obtenida por Piar el 11 de abril del mismo año le abren a Bolívar el rico territorio de la Guayana y los recursos cuantiosos de las misiones del Caroní. Esta visión de Bolívar de obtener el territorio de la Guayana lo convierte en uno de los más grandes estrategas militares de todos los tiempos.
En Guayana, Bolívar convoca el Congreso de Angostura donde pronuncia el discurso más brillante de su larga carrera política.
Persuadido de que es necesario libertar primero a la Nueva Granada, cruza los Andes con hombres venidos de los llanos.
El 14 de diciembre de 1819 Bolívar presentó al Congreso de Angostura un informe en relación al triunfo obtenido en la Nueva Granada y los esfuerzos realizados por su ejército para tramontar la región de los andes. Señala Bolívar que “el invierno en llanuras anegadizas, la cima helada de los Andes, la súbita mutación de clima, un triple ejército aguerrido, y en posesión de las localidades más militares de la América meridional y otros muchos obstáculos, tuvimos que superar en Paya, Gámez, Vargas, Boyacá y Popayán para libertar en menos de tres meses doce Provincias de la Nueva Granada”. El triunfo obtenido le otorga la libertad a Colombia y piensa que todo estaba ya decidido para lograr la independencia de su lar nativo.
Bolívar estaba totalmente convencido que había que mejorar el ejército, traer sangre nueva con mucha experiencia para combatir al lado de los valerosos llaneros; para ello era necesario ponerse en contacto con Luis López Méndez en Londres, puesto que había muchos soldados, después de la derrota napoleónica, que se encontraban desempleados y estaban ansiosos de prestar sus servicios a cualquier nación americana que necesitasen. De esa forma llegaron a Guayana cientos de europeos, sobre todo ingleses, escoceses e irlandeses; también llegaron franceses, alemanes y polacos. Los problemas son inminentes, la pobre y poca comida, la pobreza, la falta de pago y el choque idiomático y cultural con los llaneros y el de estos con ellos. Bolívar debe calmarlos a todos; hay de todo, aventureros, tramposos, mercenarios y muchos borrachos irlandeses; pero también abundaban y son mayoría los que vienen a luchar por la libertad americana como O’Leary y Fergunsson que se adaptan a todo y terminan convirtiendo a Venezuela en su nueva patria y a la guerra de la independencia en su guerra, por la que están dispuestos a morir y por la que muchos como los coroneles Rook y Farriar, mueren como héroes, aquél en el paso de los andes y éste al frente de la Legión Británica en Carabobo.
Para finales del año diecinueve el proceso de integración es exitoso, llaneros, orientales y europeos se han formado en grupos y se han creado brigadas británicas o integradas, se han importado armas, fabricado uniformes y logrado vestir y hasta calzar, sin mucha protesta a los llaneros.
La Batalla de Carabobo puede decirse fue una de las principales acciones militares de la guerra de independencia en Venezuela que se llevó a cabo en el campo de Carabobo el 24 de junio de 1821. Esa batalla fue decisiva en la liberación de Caracas el 29 de junio, así como del resto del territorio patrio.
Previo al combate Miguel de la Torre distribuyó sus fuerzas con tal que cubrieran por el oeste el camino de San Carlos y por el sur el de El Pao. La primera línea defensiva fue confiada a la Primera División dirigida por el Tte. Cnel. Tomás García, organizada en tres batallones: El batallón Valencey, a cargo del Tte. Cnel. Andrés Riesco, ocupó la parte sur del camino, a su derecha el batallón Hostalrich comandado por el Tte. Cnel. Francisco Illas. La posición correspondiente a la vía de El Pao fue ocupada por la división de vanguardia liderada por el Brigadier Francisco Tomás Morales.
Por su parte, Bolívar reorganizó su ejército en tres divisiones: la Primera División, a cargo de José Antonio Páez y formada por los batallones Bravos de Apure al mando del Tte. Cnel. Francisco Torres y los mercenarios ingleses agrupados en el batallón Cazadores Británicos al mando del Coronel Thomas Farriar, la segunda comandada por el General de División Manuel Cedeño y constituida por los batallones Tiradores, bajo la autoridad del polaco Ludwig Flegel y el Vargas del neogranadino Tte. Cnel. Antonio Gravete, la tercera bajo las órdenes del Cnel. Ambrosio Plaza, constituida por cuatro batallones: El Rifles, a cargo del Tte. Cnel. Irlandés Arthur Sandes; Granaderos de Colombia al mando del Cnel. neogranadino Francisco Velez; Vencedor de Boyacá, dirigido por el Coronel alemán Johann Von Uslar; y el Estado Anzoátegui, comandado por el coronel José María Arguindegui; y luego un Regimiento de caballería.
A primera hora del 24 de junio, Bolívar hizo un reconocimiento de la posición de los realistas y concluyó que esta era inexpugnable por el frente y por el sur. En consecuencia, ordenó que las divisiones modificaran su marcha por la derecha y se dirigieran al flanco derecho realista.
La Torre al darse cuenta de esta maniobra ordenó que el Batallón Burgos, marchase al norte a ocupar la altura hacia el Bravos de Apure. Tan violento fue el contraataque del Burgos, que el Bravos de Apure tuvo que replegarse por dos veces; pero la unidad que lo seguía, el Batallón Cazadores Británico se enfrentó y lo obligó a retroceder. En esta acción, el Batallón Británico demostró su valentía y sangre fría perdiendo a su comandante Thomas Farriar y a diecisiete de sus oficiales superiores, pero permitiendo a los Bravos de Apure, liderados por Páez, reorganizarse y contraatacar en forma efectiva, por su parte los Batallones Infante y Hostalrich entraron en auxilio del Burgos, pero reorganizado el Bravos de Apure y unidos al Cazadores Británico, hubo de retroceder en forma ordenada.
Para detener el repliegue de sus unidades La Torre envió a los Batallones Príncipe, Barbastro e Infante, que lograron sostener la línea de combate pero solo por breve tiempo, pues la caballería del ejército patriota entró por el norte de la sabana. La Torre ordenó a Húsares de Fernando Séptimo que cargase contra la caballería rebelde, pero esta unidad se retiró.
Finalmente, atacados de frente por la Infantería y por la derecha por la Caballería, los Batallones leales al Rey optaron por la retirada. La Torre ordenó al regimiento Lanceros del Rey que atacara a la caballería Grancolombiana, pero esta huyó en desbandada ante la embestida de la fuerza de Bolívar.
La Batalla de Carabobo marcó el hito histórico más importante de la vida política, militar y democrática de Venezuela. No hay fuerza humana que pueda revertir nuestro claro y limpio proceso democrático, ni conciencia rastrera que pueda envilecer nuestro panorama de Libertad, en el cual nos desenvolvemos.
La Patria venezolana no será jamás subyugada de nuevo por ningún otro pueblo del mundo. Somos libres, soberanos e independientes hasta el fin de los siglos.
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