Dieciséis años en la rectoría del Ejecutivo la hacen temer una implosión de magnitudes incalculables si abandona el poder
Es su cruz. Cada día más pesada y agobiante. Hacerse vitalicia para luego no saber a quién “dejar” al frente del gobierno.
Al estilo del Comandante Chávez, cuando sentó a su lado a Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, pidiendo apoyo para uno de ellos.
Sin clones ni adherentes, que le garanticen lealtad absoluta e incondicional obediencia.
Entronizada como ningún otro gobernador o gobernadora, en control de todos los estamentos.
Ha sido un trabajo férreo, cortando el monte agreste o rebelde, hasta forjar un horizonte despejado, sin obstáculos ni impedimentos.
Dicen que es de nuevo la candidata, quizá sea pronto para afirmarlo, sin embargo, está luchando con obstinación por la designación, con altas probabilidades de lograrlo. Dieciséis años dan Fe de ello.
+Esta reflexión la tomamos prestada de un dirigente de la mandataria, nuestra tarea fue darle forma, por ende, para él vaya el reconocimiento.
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